En una nueva misiva aparecida en el New England Journal of Medicine se describe la situación de personas recuperadas de COVID-19 y su situación inmunológica. De ellas se obtuvo una muestra de sangre para su análisis mediante un ensayo ELISA con el fin de detectar la IgG anti-dominio de unión al receptor de la espícula del SARS-CoV-2. El ensayo ELISA fue modificado para cuantificar con precisión la actividad de los anticuerpos.
De los 34 pacientes incluidos en el estudio, la infección había sido confirmada por PCR en 30 de ellos. Del total, 20 eran mujeres y 14 hombres. La edad media era de 43 años (rango: 21 a 68 años). La mayoría de los participantes tuvieron una enfermedad leve; 2 recibieron oxígeno suplementario de bajo flujo y leronlimab (un antagonista de CCR5).
Un total de 31 participantes tuvieron dos mediciones de los niveles de IgG, mientras que los 3 restantes fueron objeto de tres mediciones. La primera medición se obtuvo a una media de 37 días después del inicio de los síntomas (rango: 18 a 65 días), y la última medida se obtuvo a una media de 86 días después del inicio de los síntomas (rango: 44 a 119 días).
El nivel medio inicial de IgG fue de 3,48 log10 ng/mL (rango: 2,52 a 4,41). Sobre la base de un modelo de regresión lineal que incluía la edad y el sexo de los participantes, los días desde el inicio de los síntomas hasta la primera medición y el primer nivel de anticuerpos, el cambio medio estimado (pendiente) fue de -0,0083 log10 ng/mL por día (rango: -0,0352 a 0,0062), que corresponde a una vida media de aproximadamente 36 días durante el período de observación.
Se desconoce el papel protector de los anticuerpos contra el SARS-CoV-2, pero estos anticuerpos suelen ser un correlato razonable de la inmunidad antiviral, y los niveles de anticuerpos del dominio de unión al receptor corresponden a la actividad neutralizante viral en plasma.
La disminución temprana de anticuerpos después de la exposición antigénica viral aguda es casi exponencial, por lo que se puede afirmar que, comparativamente, esta pérdida de anticuerpos es más rápida que la reportada para la infección provocada por otro coronavirus anterior, el SARS-CoV-1. De este modo, los hallazgos plantean la preocupación de que la inmunidad humoral contra el SARS-CoV-2 puede no ser duradera en personas con enfermedad leve, que son la mayoría de los casos.
Es difícil extrapolar estos resultados más allá de un período de observación de aproximadamente 90 días, ya que es probable que la caída de anticuerpos pueda desacelerarse. Sin embargo, los resultados requieren precaución con respecto a los "pasaportes de inmunidad" basados en anticuerpos, la inmunidad de rebaño y quizás la durabilidad de una potencial vacuna, especialmente teniendo en cuenta la inmunidad de corta duración contra los coronavirus humanos comunes. Se necesitarán más estudios para definir un umbral cuantitativo de protección y una tasa de disminución de los anticuerpos antivirales más allá de 90 días.

Fuente: The New England Journal of Medicine